testimonios

 
 
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Luisa Caballero - Amazonas

En cuanto le entregué mi vida a Jesús puso una gran carga en mi corazón por ir a un viaje misionero. En menos de tres semana Dios acomodó absolutamente todo para poder irme al viaje de Amazonas. Fui sin experiencia previa, con 16 años y la verdad sin idea de lo que iba a suceder en este viaje. Decidí que lo dejaría en manos de Dios y ver cómo iba a obrar Êl en mi vida en específico y cuál era mi llamado de acuerdo a Sus planes.

Desde que puse un pie en Amazonas (sin exagerar) Dios me empezó a enseñar quién era Él y la necesidad en estas comunidades indígenas. Los niños corrieron hacia nosotros y nos enseñaron su hogar. Me impactó el amor que ellos proyectaron hacia unos extraños completos y el hambre que tenían por aprender de Jesús. Puede también ver la necesidad en las mujeres en las aldeas porque no tenían libertad ni en decidir en quién sería su futuro esposo. Esto creo una gran carga en mi corazón en orar por estos niños y esas mujeres. Lo irónico fue que al “enseñarles” me di cuenta que yo estaba aprendiendo exageradamente. Pude ver tan claramente de la manera que Dios estaba usando todo a su disposición para bendecir múltiples vidas, incluyendo la mía.

Esa semana fue sin duda de las mejores de mi vida, al servirle a Él pude sentir un amor único y ver un montón de respuestas. Trabajar con un equipo y niños que robaron mi corazón no tiene comparación. Sin duda puedo decir, que desde ese momento Dios me revelo mi llamado y creó un anhelo hacía las naciones. Poco a poco sigo aprendiendo pero este fue el viaje que lo comenzó todo!


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Clary Acevedo - Israel / Turquía

Ella es Ecrin mi amiga turca, y déjenme contarles como nos conocimos…

Estábamos en Estambul, visitando las mezquitas cuando Samuel (el líder de la expedición) nos dice que tenía un reto para nosotros: encontrar a una persona y hablarle de Jesús. Recuerdo que por mi mente pasó “Jesús, yo no hablo turco y mi inglés está oxidado, ¿cómo inicio una conversación sobre ti con alguien que toda la vida ha aprendido que solo fuiste un profeta, con alguien que vive en un país en el que tan solo hace unos años perseguían y torturaban por seguirte? ¿cómo lo hago?”, y Él me respondió: “Yo enviaré a alguien, tranquila”.

Yo (a punto del colapso mental ) empecé a caminar y recuerdo ver a dos chicas, así que me acerqué y empecé hablar en el inglés más “trancao” (diríamos en Colombia), me temblaba la voz, no tenía sentido lo que decía, fue terrible, las chicas solo me miraban raro y me decían que no querían hablar conmigo. 

Yo me alejé y me senté en una banca esperando escuchar cómo Dios me iba a decir si debía acercarme a alguien más, o si esa había sido mi oportunidad y la había perdido. En esa misma banca había una niña de 10 años junto con su mamá, ella empezó a reír y a sonreírme, no sé porque razón, tal vez  le parecí  divertida, así que empecé a hacerle muecas, a sonreírle, a saludarla. Luego me invitó a sentarme con ella y su mamá, ellas solo hablaban turco entonces sabia que por medio de oraciones y palabras no iba a ser posible comunicarnos, así que empecé a hacerlo por medio de señas, entablando nuestra conversación por más de 20 minutos, cuando ya era tiempo de irnos nos despedimos con un fuerte abrazo y con la promesa de que si volvía debía visitarlas. 

En ese momento entendí que el verdadero amor no tiene frontera, ni limite de idioma y que Dios no necesita palabras para darse a conocer, basta tener un corazón dispuesto y permitir que en su multiformidad Él nos use como su instrumento. 

“Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” -1 Juan 4:7-8


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Karla Gastelum - Nepal

Tuve la oportunidad de ir a Nepal con Visión Global y fue una de las experiencias más hermosas que he vivido. Trabajamos con iglesias locales de Nepal, específicamente con jóvenes y participamos en la construcción de iglesias.

La opresión espiritual que vive la iglesia local en este país es muy fuerte debido a la persecución del gobierno, aun así esto no los detiene para cumplir el propósito de Dios en esta nación. Este viaje retó muchísimo mi fe y puedo decir que mi relación con Dios nunca ha sido la misma desde Nepal. No solamente me vine con el corazón lleno por ver lo que Dios está haciendo en ese lugar, sino también porque las personas que tuve la oportunidad de conocer se convirtieron en mi familia.

 

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